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MANIFIESTO CONTRA EL FEMICIDIO
Como parte de la academia ecuatoriana, nosotros y nosotras nos unimos al movimiento en defensa de la vida y la libertad de las mujeres y nos unimos enteramente a la lucha de las feministas jóvenes para que no haya ¡ni una menos! porque ¡vivas nos queremos!
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Nos manifestamos visibilizando nuestra capacidad de armar redes contra el femicidio, un problema colectivo que nos involucra a todas y a todos. La lucha contra el machismo y la victimización de las mujeres se da en el marco de una causa colectiva por la convivencia efectiva y compartida en la diferencia, por la protección y el respeto a las personas a partir de la implementación de políticas de prevención social y cambio cultural en búsqueda de soluciones a la violencia, que vayan más allá de la penalización como forma de promover la salud y una cultura de paz.
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Nos manifestamos contra todas las formas de violencia contra las mujeres por su condición de género tejiendo una red de resistencia y de afecto (como producción ético-política) para: fortalecernos y romper el círculo de la violencia; hacer visibles las opresiones; evidenciar los procesos sociales que hacen que las mujeres pierdan su condición de sujetos de derecho y sean vistas como víctimas o culpables; rechazar la lógica patriarcal; reclamar por la igualdad de oportunidades de las personas transgénero, transexuales, intersex, bisexuales u homosexuales; oponernos a la trata de niñas, adolescentes y mujeres, a la violencia doméstica, al acoso sexual y a todas las formas de maltrato.
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Presenciamos, en nuestra cotidianidad en América Latina, que el machismo y el sexismo, en sus diferentes manifestaciones, persiguen, violentan y matan a las mujeres independientemente de su condición de clase, raza, etnia, edad, diversidad sexual o condición de salud. Frente a eso denunciamos y nos ponemos alertas.
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Estamos en contra de toda violencia presente de forma explícita o implícita en las relaciones sociales. Reivindicamos nuestro derecho de decidir sobre nuestros cuerpos y deseos, a la protección de nuestros derechos sexuales y reproductivos y la posibilidad de transitar libremente por el espacio público y privado.
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La vida de las mujeres debe ser prioridad. Se vuelve urgente la responsabilidad del Estado en la creación de políticas públicas efectivas para la prevención y la promoción de la salud integral de las mujeres, en especial de aquellas que viven situaciones de violencia machista. Es inminente efectivizar las políticas que promueven las transformaciones culturales hegemónicas patriarcales. El enfoque debe ser de cuidado, de afecto, de fortalecimiento del tejido social, de potenciación de las capacidades transformadoras, desde la identificación de la letalidad y el riesgo y no únicamente de punición. Politicas y acciones para que las mujeres adquieran el espacio/tiempo/cuerpo para existir sin ser tomadas como cosa u objetos de uso, mal uso o consumo de otros, pues no somos propiedad de nadie.
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Así, afirmamos la humanidad y evidenciamos que la violencia, el machismo, el racismo, el fascismo y el neoliberalismo son formas asociadas para mantenimiento de relaciones de poder y saber, exclusión, discriminación, sumisión y descalificación, las que deben ser transformadas en las mentalidades, en los cuerpos y en las acciones de todas y todos en nuestras sociedades. Solo así podremos alcanzar nuevas posibilidades de existencia colectiva con justicia, igualdad y paz.
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